Vengo de un viaje en el tiempo, en la imaginación, un viaje de sentimientos.
Aún entregada a la meditación de los recuerdos, absorta por lo vivido, saboreo desde la despedida las ondas que dejaba el barco, el olor de las velas encendidas, los pensamientos de ella, encontrados, temidos, enfrentados.., amargos.
Vengo de recolocar valores, el principal el de la vida, por intuición, por seguir la luz "su luz"; el de la verdad, rotunda y sin matices, de frente; el de la paz, por escarmiento y experiencia, por sobrevivir.
Valores valientes en un mañana que es hoy, que fue también ayer.
También la muerte, desoladora y visceral, el egoísmo, la manipulación.
Vengo de conocer a Maya, a Menelao y a Helena, y a las preguntas que Fedra me plantea como ausente. De ver cómo se cuestionan su universo, cómo buscan respuestas, cómo caminan y a veces corren, cómo se sumergen y a veces nadan todo, con tal, de no sentirse parados, alejados de la verdad.
Y, ¿a dónde llego? ¿qué le puedo contar a Hermes de ésta mi orilla? ¿Cuántas lecciones he de seguir aprendiendo para encontrar la luz de un velón encendido para mí?
